Por Jesús Alfonso Nieves Asúnsolo
Fuente: EL OBSERVADOR DE LA ACTUALIDAD
México, 15 de abril de 2007
En una reunión de café
salió a relucir el tema religioso y se debatió sobre por qué no se permite a
los sacerdotes ser casados, pues en esa forma podrían orientar mejor a la
feligresía por estar insertados en la sociedad al igual que ellos.
Por más que intenté
persuadirlos de que en nuestro rito latino eso no se permite, lo cierto es que
los que me acompañaban en la charla de café, aunque se dicen «católicos», no
tienen la menor idea de nuestra religión; por lo tanto, opté por manifestarlo
jocosamente:
6:00 A.M. El padre José
se levanta de la cama, después de una buena ducha y refrescante rasurada; se
dirige a su rincón favorito para, en la intimidad, dirigir sus acostumbradas
oraciones matutinas, cuando escucha la voz de su esposa que se encuentra en la
cocina preparando el desayuno para los hijos diciéndole: «Apúrate con tus
oraciones pues te toca la ronda con los niños». Fin del encanto espiritual
matutino.
7:00 A.M. Después de
haber llevado a los hijos a la escuela se encuentra él en la sacristía alterado
y molesto. Primero por el espantoso tránsito en las calles; segundo, porque
tuvo que amonestar a su hijo mayor por haber sacado cinco en matemáticas y
cinco en religión; tercero, porque le recordaron que debía dos meses de
colegiatura y si no pagaba no tendría su hijo derecho a sus exámenes, a pesar
de estar en un colegio de religiosas.
7:50 A.M. Se le acercó
un feligrés con deseos de confesarse. Aunque lo confesó, no pudo aconsejarlo
debidamente por el calor que hacía en el confesionario; sacó su pañuelo para
limpiarse el sudor apareciendo el recibo de la energía eléctrica con
vencimiento de un día anterior, mismo que su esposa se lo había entregado
oportunamente.
8:00 A.M. Inicia la
celebración de la Santa Misa, todavía pensando en la colegiatura y en el recibo
vencido; pero, para colmo de sus males, la lectura del Evangelio trató de que
no se podía servir a dos patrones.
8.45 A.M. Regresa, como
es su costumbre, a desayunar a su casa, tiempo que aprovecha para comentar con
su esposa sobre las inquietudes de sus hijos, sobre las prioridades económicas
del hogar y escuchar las necesidades de su esposa. Se despide de ella con
cariñoso beso, con una palmada de aliento y con un mundo de problemas hogareños
en su mente.
10:00 A.M. Inicia con su
acostumbrado optimismo sus labores parroquiales: revisar gastos, supervisar
obras de remodelación, revisar la agenda de bautizos, primeras comuniones,
quinceañeras, bodas, etc.; encabezar reuniones con los distintos grupos de
laicos comprometidos con la parroquia; atender llamadas telefónicas; revisar
presupuestos de gastos y planear rifas para sufragar los gastos; elaborar
informes pedidos por el arzobispo, enviar informes financieros al ecónomo,
etc., etc.
11:45 A.M. Atiende a los
enfermos que requieren de su ministerio y consuelo. Se da un tiempo para pagar
el recibo de energía eléctrica y entregar el informe al Secretario Canciller y
al Ecónomo Diocesano, no sin dejar a éste una petición de adelanto de sueldo de
la quincena para el pago de las colegiaturas.
1:15 P.M. Sale disparado
porque tiene que recoger a sus hijos en la escuela.
1:50 P.M. Se sienta a comer
con su esposa e hijos y se percata de que se le olvidó pasar por las tortillas.
No termina el postre cuando empieza la clásica cantaleta: papá, necesito...;
papá, quiero...; papá, nos falta...; papá, no se te olvide que tienes que
ayudarme con la tarea; viejo, necesito zapatos, los vi en...; viejo, ¿cuándo me
vas a llevar al cine?, etc.
4:00 P.M. De regreso a
su oficina —perdón, a su parroquia— se enfrenta con su trabajo: pláticas,
confesiones, Misas y, por fin, a punto de salir a su casa, se le acerca una
señora y le dice: padre, por favor venga a mi casa a tomar café y así pueda
convencer a mi marido.
9:30 P.M. Llega agotado
a su casa con deseos de orar y su hija le dice: te estoy esperando para que me
ayudes con la tarea.
9:57 P.M. Recibe una
llamada telefónica para decirle que fulanita está en agonía y se requiere su
presencia.
11:00 P.M. Está a punto
de meterse a la cama cuando su esposa le dice: te habló zutanita, que desea que
la recibas mañana para una consulta. ¿No te parece que ya son demasiadas
direcciones espirituales con ella? Esto ya no me «huele bien».
11:15 P.M. Se levanta de
la cama para apagar todas las lámparas que dejaron los hijos encendidas,
rezongando por toda la energía que tiene que poner en práctica y no lo
consideran.
11:25 P.M. En la cama
escucha el ronroneo de su mujer: mi vida (ya no le dice viejo), ¿me quieres?
1:00 A.M. Se levanta el
padre José porque tiene insomnio y en el silencio de la noche casi se escucha
su grito interior de angustia que dice: «Señor, ¿porqué no estableciste el celibato para tus sacerdotes?».
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