sábado, 19 de diciembre de 2015

El valor de los signos de puntuación


Un joven poeta dirigió a tres hermanas casaderas una declaración amorosa. Sólo que al escribir sus versos el poeta no utilizó signos de puntuación. Las interesadas debían colocar los signos y, de esa forma, tratar de adivinar los sentimientos del joven.

Los versos decían:
Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón
Si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
No a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
No aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad.




Soledad, que abrió la carta, la leyó a su conveniencia así:

Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad;
no a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene;
No aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.





La hermosa Julia no estuvo de acuerdo y leyó así dando por cierto que era ella la preferida:
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que... ¿Amo a Soledad?
¡No!, a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene.
No aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.




Irene, convencida de que sus hermanas estaban equivocadas la leyó así:
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón
Si obedecer es razón,
digo que ¿Amo a Soledad?
¡No! A Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
¡No! Aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad.



Ante la duda, decidieron preguntarle al joven. El joven, que no encontraba por cuál decidirse les respondió:
Tres bellas que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón,
Si obedecer es razón,
digo que ¿Amo a Soledad?
¡No! ...¿A Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
¡No!...¿Aspira mi amor a Irene?
que… ¡no!...Es poca su beldad.






martes, 15 de diciembre de 2015

Los motivos de lobo

Nuestra amiga Delia C. nos hizo llegar este poema del genial Rubén Darío, en la voz de Mari Cruz Nevot de Pano


sábado, 12 de diciembre de 2015

Scrabblemanía

Torneo 28 de noviembre de 2015
Copa Campeón Cordobés: Crónica de un triunfo anunciado


Alberto B. entregando copa a Marina, flanqueados por Alberto H. y Carlos




¡¡¡¡Humille, Marina, humille!!!....




La foto que habla: ¡Je, je! ¡Disfrutalo mientras puedas, que la próxima copa es mía!




La foto que habla II: ¡Ja! ¡En tus sueños!





Carlos, Marianne, Mity: otro premio más y van....




Ana, Marina, Carlos y Mity



Marina, Marianne, Estela




Ana y Alberto H. (bailando flamenco); Marina y Carlos





Ana, Alberto H., Marina






Alberto H., Marina, Carlos



domingo, 6 de diciembre de 2015

La mortaja

de Pedro B. Palacios (Almafuerte)

"Vanidad", de Auguste Toulmouche (1829-1890)


Esa seda que relaja
tus procederes cristianos
es obra de unos gusanos
que labraron tu mortaja,
también en la región baja
la tuya han de devorar.
¿De qué, pues, te has de jactar,
ni en qué tus glorias consisten,
si unos gusanos te visten
y otros te han de desnudar?

viernes, 13 de noviembre de 2015

Palíndromos




¿Acaso hubo búhos acá?
A la torre, derrótala
A Mercedes ése de crema
A ti no, bonita
Allí ves Sevilla
Amo la pacífica paloma.
Ana lava lana
Ana lleva al oso la avellana
Ana, la galana
Anita al reconocerla atina
Anita lava la tina
Avisa si va

lunes, 24 de agosto de 2015

San Rabón bendito, bendice a mi maridito


En un congreso de rectores de santuarios, celebrado hace años en París, asistía el párroco de San Pierre de Montmartre (no el gran santuario del Sagrado Corazón, sino la parroquia de la antigua iglesia románica, donde según la tradición habrían sido martirizados el primer obispo de París, san Dionisio, y sus compañeros).

Contó, pues, el párroco que cuando fue destinado a la parroquia de Montmartre encontró una imagen de san Rabón, al que tenían gran devoción las mujeres cuyos maridos les daban mala vida, porque se creía que san Rabón  hace buenos a los maridos. El párroco dijo que aquel santo no figuraba en el Martirologio romano, que no había existido nunca, y que era una superstición intolerable, por lo que había que quitarlo. Con todo, le advirtieron que se lo pensara bien, porque la parroquia vivía de la devoción a aquel santo, pues por lo visto en París hay muchas mujeres cuyos maridos les dan mala vida, y san Rabón se los curaba, o al menos les daba consuelo; por eso le ofrecían velas en gran cantidad  y generosas limosnas.

El cura, así advertido, decidió no precipitarse, pero dijo que al menos haría limpiar la imagen, que se veía muy sucia. Representaba al santo en actitud acogedora, con una mujer postrada a sus pies. En el pedestal se adivinaban, no sin dificultad, unas letras que decían RABON. Pero al limpiar a fondo la venerada imagen aparecieron más letras. Decía: RABBONI, y no era el supuesto santo, .....¡sino Jesucristo resucitado con María Magdalena a sus pies!

martes, 28 de abril de 2015

Abanicos





Historia

El origen de este artefacto tan común y especial a la vez es incierto y se pierde en el tiempo. Se podría afirmar que se halla en épocas prehistóricas, cuando el hombre descubre el fuego y para avivar las brasas recurre a agitar el aire con cualquier objeto a modo de abanico.

Suposiciones a parte, tenemos conocimiento de que los abanicos fueron empleados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos, gracias a la aparición de este instrumento en las representaciones artísticas de estos pueblos.

De Egipto, la representación más antigua que se conoce está en la cabeza de una maza ceremonial que se encuentra en el Asmolean Museum de Oxford. Perteneció a Narmer, que en torno al año 3000 a.C. unificó por primera vez el Alto y Bajo Egipto, y representa un cortejo real en el que aparecen dos esclavos con abanicos.

Los abanicos egipcios eran de gran tamaño, fijos, de forma semicircular, de plumas y de largos mangos. Su función era doble: por un lado servían para dar aire y, por otro, espantaban los insectos.

Con el paso del tiempo el abanico se fue convirtiendo en un objeto ornamental indicativo de poder.


Otras representaciones egipcias en las que aparecen abanicos las encontramos en las tumbas de Beni-Hasan, de la XII dinastía (1791-1796 a.C.), en los bajos relieves del Rameseo (dinastía XIX) y en los frescos de Medinet-Habu (dinastía XX).

Griegos y romanos utilizaron abanicos, y prueba de ello son las citas literarias de diversos autores clásicos. Así, por ejemplo, Eurípides en su tragedia Helena habla de un eunuco que abanica a la mujer de Menelao mientras duerme, con el objeto de que los insectos no molesten su sueño; citando también este instrumento Menandro en su Eunuco, y Plauto, Marcial, Ovidio, Tibulo e Propercio en sus obras. Los griegos tenían abanicos de varias clases: el miosoba, el ripis y el psigma; constituyendo para las mujeres atenienses el cetro de hermosura.

Por su parte, los romanos lo denominaban flabelo, recibiendo el nombre de muscaria los que se utilizaban para espantar las moscas.

En China la tradición del abanico es milenaria, remontándose a tiempos del emperador Hsien Yuan, alredor del año 2697 a. C. Una leyenda atribuye su invención a la hija del mandarín Kan-Si, quien durante un baile de máscaras y para mitigar el calor, agitó su antifaz muy cerca de la cara para darse aire, realizando esta operación con mucha rapidez para no dejar ver su rostro a los hombres presentes, gesto que fue imitado por otras mujeres que asistían al evento.

Algunos autores afirman que la constancia arqueológica más temprana se remonta al siglo VIII antes de Cristo para el abanico fijo en China y al siglo IX (877 después de Cristo) para el abanico plegable en Japón.


En Occidente, durante la Edad Media, el abanico o "flabelum" pasa a formar parte de la liturgia cristiana, empleándose en la consagración para proteger la Eucaristía de los insectos y refrescar al celebrante. Después del siglo.XIV el flabelo cae en desuso en la iglesia romana (reservándose solamente para misas solemnes y procesiones papales hasta su desaparición definitiva después del Concilio Vaticano II), pero se conservó en las iglesias griegas y armenia donde recibe el nombre de "rhipidion".

El abanico era también conocido por incas y aztecas, pues entre los presentes de Moctezuma a Hernán Cortés figuraban seis abanicos de plumas.

En España, las primeras referencias del abanico aparecen en la Crónica de Pedro IV de Aragón (siglo XIV), en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey "el que lleva el abanico". Hay también referencia de este utensilio en los inventarios de bienes del pintor Bartolomé Abella (1429), en el del Príncipe de Viana y el de la Reina Dª Juana (Juana la Loca), este último realizado en 1565. Conviene decir que estos abanicos eran rígidos y de forma redondeada, empleándose generalmente como materiales la palma (en el caso de Abella), la paja, la seda y las plumas de pavón.

Entre los presentes de Colón a Isabel la Católica al regreso de su primer viaje a América, figura un abanico de plumas, material en el que también estaban realizados los cinco encargados por Germana de Foix (segunda mujer de Fernando el Católico) en 1514.

Nomenclatura



1. Pais (tela del abanico)
2. Rivete.
3. Fuente.
4. Varilla. (El conjunto de todas las varillas forma el "varillaje").
5. Fuente. (Primer tramo de la varilla).
6. Guía. (Segundo tramo de la varilla, sobre el cual va pegado el pais).
7. Guarda (o cabera). Nombre que reciben la primera y última varilla del varillaje.
8. Boleta.
9. Ojo.
10. Guardapulgar.